Era
de chocolate mi casa
de
mermelada y fresas
jugaba
con el invierno la primavera
más
allá de las ventanas.
Una
sonrisa colgada en la pared
que
mueve el mundo
sale
en silencio el humo
y
entra cantando Papá Noël.
Por
el camino de charcos helados
corrían
saltando mis botas
bajo
el cielo quebrado
llorando
miles de gotas.
Y
al soplar las velas del pastel
crecían
mis sueños ocultos
y
ahora con el tiempo descubro
que
yo con ellos crecía también.
En
la luna del espejo
del
cristal donde me miro
entre
sus arrugas veo
que
me mira un niño.
Hola Andrés. Muy bonita tu poesía. Te lleva, de manera sencilla, aunque con todo detalle, a encontrar el recuerdo.
ResponderEliminar