en
las tejas rojas de los tejados
y
en las ramas de aquel triste árbol
que
está tiritando de frío.
Hay
bufandas enredadas
en
algunos cuellos tibios
botones
que ahora se anudan
en
lo alto de los abrigos.
Se
oye la voz llena de vaho
se
oye la voz entrecortada
del
niño aquel que ya grita:
venid,
venid… corred amigos...
Hay
un muñeco de nieve
sonriendo
en el camino…
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