martes, 17 de octubre de 2017

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE

DÍA 3
Hay cuatro puntos cardinales. Cuatro lugares hacia donde ir.
Aunque hemos utilizado los restos del avión como improvisado refugio, no quedan víveres para más de cinco días… hemos de marchar.
Nos organizamos.
Se raciona el agua y la comida.
Al llegar la tarde, un superviviente sale en dirección norte: “suerte”.
Otro en dirección sur: “te esperamos”.
Un tercero, al este: “rezarán por él”.
Y yo, yo voy tras los pasos del sol que se esconde por el horizonte. Llevo lo suficiente para caminar cuatro días. Dos de ida, dos de vuelta.
Si todo sale bien, siempre nos quedará un día y medio de alimento para buscar la salvación en alguna dirección.
Ya voy dejando las huellas atrás. Es casi noche cerrada y tan sólo unas tímidas estrellas se asoman al balcón del cielo para hacerme compañía. Atrás, en el improvisado refugio, quedan veinte personas con su corazón aferrado a la esperanza.
Éramos veinticinco: cuatro marchamos hacia lo desconocido con el único deseo de convertir la esperanza en realidad. Alguien, uno, el que rompía con sus lamentos la noche anterior el silencio, dejó de gritar, dejó de esperar.


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