DÍA
4
He
caminado toda la noche y el cansancio me ha vencido. Duermo envuelto
en una chaqueta para que el amanecer no me abrase.
Respiro
con dificultad.
Sólo
hay silencio a mi alrededor.
Tengo
sed, tengo hambre, deseo gritar, deseo llorar, pero no puedo gastar
las pocas fuerzas que me quedan.
Espero
empapado a que vuelva la noche.
Ya
ha llegado, puntual, y comienzo de nuevo a caminar, mi cuerpo ya no
está aquí, mi mente tampoco.
Se
me ha helado el sudor en la piel, y el viento de la noche me envuelve
en un mundo de arena… el cielo es arena, la tierra es arena… mi
cuerpo, mis ojos y hasta el aire que respiro es arena.
No
sé a dónde voy, pero sí sé que he de ir.
Marchar
o morir.
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