EPÍLOGO
Llegamos
tarde, un día tarde. Aunque en aquel lugar un segundo ya era tarde.
Encontré
este diario en la mano del último superviviente, y quiero creer que
deseaba compartir con el mundo su despedida. Sí, necesito creer que
publicar estas palabras es cumplir el deseo de un héroe que nos
dejó.
No puedo más que pensar que nos dejó
este legado manuscrito con el único propósito de no morir en
soledad, pues mientras escribía estas letras dejaba su vida
acompañado de todos los que las leerán.
Las
familias de todos los que padecieron a su lado han leído este
diario, y desde el fondo de la honda pena que llevan en su corazón,
le dan las gracias, porque aunque con dolor, leyendo este diario, han
podido acompañar a sus seres queridos hasta el final de sus vidas.
NOTA
DEL AUTOR:
Esto
que a continuación voy a contar es un secreto que ha sido guardado
en los últimos años para no dañar el recuerdo de los familiares.
Cuento con la discreción de los lectores.
Cuando
se lee en el epílogo que el diario se encontró en la mano del
último superviviente, se omitió el dato de que fue el último y el
único. Cuando se dice que lo escribió por completo en el día que
murió, se omite que ese fue el primer día, el primero y el único.
El
cuerpo fue encontrado entre los restos del avión junto a los demás.
Los expertos llegaron a la conclusión de que fue la única persona
que sobrevivió al impacto. Aproximadamente diez horas. Tiempo que
dedicó a escribir el DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE.
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