lunes, 27 de noviembre de 2017

ANOCHECER


Quiero respirar
y respiro,
y al caminar
sin cesar, camino…

Ay, cuando la nostalgia
viaja conmigo
quiero olvidar
y no olvido…

No importa
si el cielo retumba
no importa si el sol
no alumbra…
no importa…

Es a veces la vida
un querer y no poder
un esperar un nuevo día
viendo siempre anochecer.

martes, 21 de noviembre de 2017

AL CRUZAR LA ESQUINA


Al cruzar la esquina
comienzan a caminar
los álamos, los robles
la alegre encina
junto al viejo nogal
donde despierta el bosque…

Solo se escucha
el latido del aire
que al convertirse en viento
enreda a la luna
en los brazos de un baile
y se detiene el tiempo…

Ya nadie espera,
ni los pétalos que pierden
su color en las rosas
ni la hoja seca
que ayer de verde
pintaba las sombras…

Y en la oscura piedra
que como manto cubre
la triste ciudad dormida
los sueños se quiebran
en pesadillas que huyen
al cruzar la esquina.

viernes, 17 de noviembre de 2017

NO SOY NADIE


Aunque inerte
en medio de todo estuviera,
no sería más que el humo que arde
cuando se quema la leña.

Hoy quiero llorar al viento
y que de mis lágrimas que huyen
brotes mares y ríos
en medio de algún desierto.
¿pero quién va querer mi llanto?
Si en las dunas
se ve fondear a un barco
entre tinieblas y a oscuras.

Mientras, en el palacio de mi alma
puede sentarse la esperanza
en un trono de papel
desnuda de piel
y descalza,
que la justicia
no es rebeldía
que por mucho
que yo diga
que por todos
que no calle
sigo sin ser
porque no soy nadie.

viernes, 10 de noviembre de 2017

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE: EPÍLOGO

EPÍLOGO

Llegamos tarde, un día tarde. Aunque en aquel lugar un segundo ya era tarde.
Encontré este diario en la mano del último superviviente, y quiero creer que deseaba compartir con el mundo su despedida. Sí, necesito creer que publicar estas palabras es cumplir el deseo de un héroe que nos dejó.

No puedo más que pensar que nos dejó este legado manuscrito con el único propósito de no morir en soledad, pues mientras escribía estas letras dejaba su vida acompañado de todos los que las leerán.

Las familias de todos los que padecieron a su lado han leído este diario, y desde el fondo de la honda pena que llevan en su corazón, le dan las gracias, porque aunque con dolor, leyendo este diario, han podido acompañar a sus seres queridos hasta el final de sus vidas.






NOTA DEL AUTOR:
Esto que a continuación voy a contar es un secreto que ha sido guardado en los últimos años para no dañar el recuerdo de los familiares. Cuento con la discreción de los lectores.
Cuando se lee en el epílogo que el diario se encontró en la mano del último superviviente, se omitió el dato de que fue el último y el único. Cuando se dice que lo escribió por completo en el día que murió, se omite que ese fue el primer día, el primero y el único.
El cuerpo fue encontrado entre los restos del avión junto a los demás. Los expertos llegaron a la conclusión de que fue la única persona que sobrevivió al impacto. Aproximadamente diez horas. Tiempo que dedicó a escribir el DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE.




lunes, 6 de noviembre de 2017

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE

DÍA 9


La vida es una partida de ajedrez: a veces juegas para ganar y avanzas hacia la victoria, y otras juegas a no perder huyendo del jaque mate.

-Vamos, vamos, un poco más…
-¿Cuánto nos queda?
-Nada, ya casi no queda nada, más allá del horizonte…
Para algunos el horizonte son sombras. Hay una araña tejiendo su tela, una tela que les envuelve y no les deja escapar.

Tan sólo quedamos cuatro. Respiraciones profundas y secas.
Uno suspira sus sueños llenando el vacío de flores de pétalos temblando en el rocío… y no volvió a respirar.
Otro se sienta, me mira y sonríe.
-Vamos-le pido- el horizonte está ahí…
-Yo ya he llegado, mi horizonte está donde yo esté…
Cierra los ojos, sonríe y calla, y yo quiero quedarme con él, pero alguien me toca la espalda y leo en su cara:
-Sigamos.

Pero al rato el único que sigue soy yo. El otro ha dejado de andar. Le cojo la mano y siento que ya no está, y su última palabra a mi oído ha sido: GRACIAS.
¿Gracias? ¿Gracias por qué? Gracias quizás por haberles hecho creer que jugaban a ganar avanzando hacia la victoria, cuando yo sabía que en verdad, lo que hacíamos, era huir de la derrota.
No sé si he hecho bien. Ellos lucharon por ganar y mientras lucharon vivieron… y yo les he acompañado, les he guiado, sabiendo que iba a perder.
Sí, me siento a su lado. Ya no quiero caminar solo.

Esta ha sido mi partida, este ha sido el tablero, ya no hay más piezas jugando y yo ya no puedo jugar… más allá del horizonte, en la tierra prometida que prometí, más allá hay otro horizonte igual, y otro, y otro…y en todos no hay más que arena.

No soy el rey, tan sólo soy un peón, y tumbado sobre la faz de la tierra, veo al único rey brillando en el cielo, veo al sol, y es un punto en la lejanía que poco a poco se va alejando.
El firmamento se queda a oscuras y a mí tan sólo me queda atravesar los umbrales del abismo.

En este incomparable tablero de ajedrez, ya no hay piezas que mover… es el fin de la partida.

jueves, 2 de noviembre de 2017

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE

DÍA 8

Marchar o morir.

No nos queda casi agua, y yo me siento como un descendiente de Moisés que ha encontrado la tierra prometida.
Sí, les prometo que allí a lo lejos, donde parece no acabar el horizonte, entre la arena abrasada de día y fría de noche, existe un tímido amanecer, un alba, un nacimiento y la vida.

Es nuestro propio más allá.
Lo que nos queda son tan sólo dos días de bailar al compás de las dunas, y aunque yo no sé bailar, nunca es tarde para aprender.
Será duro, muy duro.

Son mis acompañantes globos desinflados después de una fiesta de cumpleaños, pero mis palabras han vuelto a encender esa vela apagada en el pastel tras pedir su deseo.
Ahora la esperanza es la bandera en nuestro barco, ahora hay viento, ahora hay olas… ahora el tiempo nos acompaña. Hay un principio y un fin, aunque lo que hay en medio sea el infierno.

Comenzamos a mover nuestras piernas y con ellas se mueve nuestro cuerpo.
Sólo hay quince almas.

No debemos mirar atrás, pero los más débiles no pueden evitarlo… y se convierten en arena que esparce el viento… y a través de mis ojos, mi corazón se inunda de ellos.

Somos sólo doce almas, pues los cuerpos ya no son nuestros.
Y vamos camino del cielo… vamos sufriendo nuestro propio martirio, pero en silencio todos decimos con la mirada que es mejor encontrar la muerte buscando la vida, que no esperar a que nos encuentre ella…
Y antes de que acabe el día, son tres más los que han dejado de buscar.